Mulá, necesito que me preste su burro.
- 'Lo lamento -dijo el Mulá-, pero ya lo he prestado.'
No bien terminó de hablar, el burro rebuznó. El sonido provenía del establo de Nasrudín.
- 'Pero, Mulá, puedo oír al burro que rebuzna ahí dentro.'
Mientras le cerraba la puerta en la cara, Nasrudín replicó con dignidad: 'Un hombre que cree en la palabra de un burro más que en la mía no merece que le preste nada'.

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